viernes, 23 de septiembre de 2011

La curiosidad que mato al gato seguramente valió la pena.

La curiosidad es inherente al ser humano. Aunque yo mismo me declaro un ser apasionadamente curioso. Aunque tenga cuatro patas y me den de beber leche, adoro perseguir a esos ratones que se esconden en el patio y asustar a las palomas que sin mi permiso se comen las migas de pan después de que los amos sacuden el mantel, solamente para entender qué es un ratón y una paloma.

No soy un cazador, aunque tengo los instintos prefiero entender como funcionan las cosas. Por donde salen los ratones, a que horas lo hacen, que ruta utilizan para llegar a mi cocina, que gavetas prefieren, que alimentos no tocan, cuantos son los que osan retarme en mi propia casa y así, con muchas cosas. Entre los míos no soy bien recibido; esos gatos matones que andan de techo en techo intrigando sobre el porque no me les uno a cazar en la calle y robar la tranquilidad ajena, me creen un perfecto idiota, dicen que mis instintos un día me vencerán y terminare en algún tejado maullandole a la luna.

Mi apacible vida está llena de sentido. No busco nada en ningún lugar; soy un gato, que esperaban?, que estuviera por ahí en ese deporte extremo de pasar calles?, que deambulara en las asquerosas canecas de otros reciclando desperdicios?, que me dedicara a asaltar gatas?, por favor, que hay de malo en vivir curioseando?. Cuando salgo de mi casa no lo hago a escondidas, salgo por la puerta de enfrente, mis amos saben que regresaré, así que no me escondo para hacer lo que me gusta. Siempre camino por los andenes con la cabeza en alto, meneando mi cola, y con paso calmado. Voy observando lo que hacen los humanos, los escucho, puedo oler sus sensaciones, y aunque muchos de ellos hacen que se me erice el pelo, muchos otros como mis amos me hacen sentir apacible.

No puedo esquivar la curiosidad sobre lo que ha de ser tener una sola vida como mis amos. Yo he perdido cuatro de las mías, pero no me arrepiento, con cada perdida obtuve resistencia contra lo que me mató. Así funcionamos nosotros, pero ellos no, son tan frágiles, si mueren sencillamente mueren, sin embargo siento una curiosidad por la que daría todo mi pelaje y entregaría mis ojos. Por qué sienten morir una y otra y otra vez durante su vida?. Parece que vivieran perdiendo partes de su vida con cada cosa que hacen, para ellos es tan fácil llamar error a algo que no les gusta, o que no es como ellos creen, o que no es enteramente satisfactoria, o que no es eterna, o que no es como ellos. He visto como se ven a sí mismos en otros humanos, y creo que es por eso que viven perdiendo pedazos de su vida cuando esos otros ya no están, o les muestran que no son como ellos. He pensado que esto ocurre por que no tienen ojos capaces de ver en la oscuridad, como los míos. Modestia aparte, tengo muy buena vista, y si algo puedo decir es que ellos se niegan a ver en lo más oscuro, que es, curiosamente, donde lo más interesante ocurre.

Verán, cuando los ratones entran a mi cocina lo hacen cuando están las luces apagadas, se mueven con una agilidad impresionante, se mueven rápido, son ellos!, tal cual son, sagaces, astutos, precavidos, objetivos. Sin embargo cuando el sol se pone se esconden, dejan de ser ellos por que otros los están viendo, o temen que los vean. Con los humanos ocurre algo muy similar, necesitan esconderse para ser ellos, se disfrazan con eso que llaman palabras, y creen que nadie puede verlos tal como son. Pero yo puedo, y no solo puedo verlos, también puedo sentirlos, los oigo y los huelo, huelen a miedo, pero no es ese miedo que te da energía para hacer algo, es el miedo que sienten los ratones cuando salto de la silla y les pongo las patas encima, es ese miedo al ser descubierto, por que sienten que han fallado siendo ellos.


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