viernes, 2 de diciembre de 2022

Sanar al otro

 Estamos dispuestos a esto? La pelea hay que darla con sagacidad. Tenemos que darla con las reglas del otro, siempre, en ello radica la fuerza y la firmeza que se requiere. Terapeúticamente hablando, sanar al otro implica comprenderlo en su justa dimensión para poder entrar en su realidad y desde ella ayudarle a construir lo que necesita para que continue su camino. Terapeúticamente hablando.

Solo puede sanarse desde la posición del terapeuta? No. Rotundo. Es curioso cuantos casos he tenido de personas que han sanado a otros me han llegado, he visto la fortaleza de la capacidad de contención de la que son capaces las personas, en especial para que apesar de los rasguños que tienen que llevar no suelten al otro, si así lo quiere.

Todos hemos sido en algún punto agentes de dolor y sufrimiento del otro, es innegable, es parte del proceso de vivir con vínculos, estos no son siempre nubes esponjosas, también son armas cargadas, y no todos tienen la voluntad o la experiencia para no apretar el gatillo, pero si no aprendermos a sostener el arma, como a todo niño con un juguete que no sabe lo que hace, termina por hacerlo. El psicoanálisis enseña que el amor es renunciar a la capacidad de daño que tenemos sobre el otro, pero lo que no enseña es que en el proceso de aprender tal capacidad nos apuntamos a nosotros mismos con la esperanza de no lastimarnos.

Quien está en proceso de sanar curiosamente tiende a buscar poner en su posición al otro, lo conocemos como transferencia en psicoanálisis, y se requiere una vez más, fortaleza para entender que no es personal, no lo hacen con la intención de daño, no es escontra la persona que quiere ayudar, es contra ellos mismos, por eso les duele, aunque muchas veces no consigan conectarse con esa emoción por el dolor que provoca; buscan empatía, que el otro se ponga en sus zapatos, los terapeutas podemos con ese peso, pero somos humanos también, y la carga se siente. Solo esa empatía puede ayudar al otro, pero al igual que los vínculos, esta también es un arma de doble filo. Qué tanto está dispuesto a ello? a sostener el arma sin dispararla? a experimentar la realidad de otra persona? Hay muchos que están dispuestos a ello, y agradezco a  mi trabajo la lección, para un pesimista, reafirma que al esperar lo peor de otros, es putamente refrezcante que haya quienes puedan pintar con afecto los lienzos que se creen oscuros, y nos tiren por la cara de un grito, ESTÁBAS EQUIVOCADO! Nos dibujan una sonrrisa.

No estoy romantizando el proceso de sanar, no nos confundamos, esto no es algo altruista, es de hecho una herramienta de aprendizaje bastante potente y por lo tanto siempre beneficiosa para quien sabe usarla. Se piensa que cuando se ayuda, se acompaña, se cuida o se contiene al otro se hace sin esperar nada a cambio y eso es falso, sí se espera, pero tal vez no se espera que la persona regrese algo -que es lo que seguramente se imaginó-, en muchas ocasiones lo que se espera es practicar o aprender a hacer esto por una simple razón, nos hace mejores. Winnicott enseña que en el juego, un niño aprende a lidiar con los productos de la pulsión, de vida o de muerte, nuestras tendencias a construir o a destruir, el proceso básico de creación y de agresividad. Funciona igual, en el juego de sanar, cuando se toma con la seriedad que un niño toma su juego, se aprende, se crean herramientas, se adquieren habilidades y se mejora la capacidad de procesamiento tanto de información como de gestión emocional, nunca ha sido gratis.

Muchas veces he mencionado en clase o en conversaciones, que el mundo no necesita psicólogos hábiles, sino mejores seres humanos, tal vez porque guardo la esperanza, muy en el fondo, de que quienes han sufrido se den la oportunidad de experimentar algo más que el sufrimiento propio, que su experiencia sea fuente de algo más que una agresividad defensiva; y que quienes se dicen buenos, tengan los pantalones de reconocer que el otro al que dicen hacerle bien, es un instrumento de mejora propio y que sin ellos, el crecimiento del que alardean les resultaría ridiculamente imposible, si no han transitado ese otro camino. 

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