miércoles, 27 de enero de 2016

Sobre el Amor e internet.

Hace varios años comencé a tomar en serio lo que otros decian en internet. No hablo de las revistas académicas indexadas o los diarios online, hablo de los bloggs, de twitter, de facebook, de tinder, de instagram, de youtube... de las formas que encontramos para acceder a los otros.

Tengo tendencia a ser una persona poco cálida a menos que lleve buen tiempo conociendo a alguien. No soy lo que llaman un tipo "cool" y a pesar de ser colombiano estoy lejos de ser ese tipo "entrador", "chicarachero", "conversador" y "bailarín", soy más como una especie de nerd abstraído y silencioso al que le cuesta balancear su introversión con el lócus de control externo de la sociedad. Así que cuando entro en contacto con otra persona generalmente presto atención a lo que dice, al cómo lo dice, y me preocupo por intentar entender lo que quiere decir. La gente siempre me ha parecido algo muy extraño, finalmente por eso opté por la psicología, más que para "ayudar a alguien" -que suele ser el lema de los que se inclinan por la profesión- por curiosidad. Lo que quiero decir es que para una persona como yo el ejercicio de intentar entender a otra persona suele llegar a ser agotador. Nuestro cerebro, nuestra mente y nuestra cultura nos equipan con muchas herramientas para mimetizar, alterar, esconder o enmascarar lo que somos, lo que hacemos y lo que decimos, y aún así cuando prestamos atención podemos podemos ver más que "a través de", hacerlo "con" todo eso.

Internet lejos de ser un lugar oscuro, complejo, ambiguo, superficial y falso, es un reflejo organizado de la mente humana y de la cultura, razón por la cual su atractivo ha hecho que se masifique a la velocidad a la que lo ha hecho. Queremos tener contacto con otros, queremos sus historias, sus sentidos, queremos percibirlos... queremos al otro; independiente de si miente o dice la verdad, de si es quién dice ser o usa algún tipo de disfraz, de si su historia es o no convincente, de si su pensamiento es amable o antipático.

Pero ésta no es una relación en una sola dirección, también queremos ser parte de ese otro, buscamos incansablemente hacer parte de la mirada del otro, razón por la cual, fenomenos como las selfies, reflectogramas o el porno casero se han tomado internet. Claro que queremos al otro!, le tenemos afecto. Lo digital es una forma de darnos cuenta cuanto: lo que percibimos con la web, la tele, la radio o el celular nos afecta, de otra manera cuando pasamos por las secciones de comentarios de los periódicos, de los canales de youtube, de algunos bloggs, de los post de facebook, de twitter, de instagram, de tumblr, no nos encontraríamos con esos afectos.

La idea barroca de que internet está volviendo estúpida a la gente es una manera de lidiar con la amenaza al narcisismo de percibir lo que queremos percibir, y no lo que el otro expone. Las selfies, los videos porno amateur, los reflectogramas y los videoblogg son una muestra de eso. Muchas personas creen inocentemente que estas manifestaciones son un intento de "parecerse" a lo que ven, de imitar la "moda" o de "exponer" su intimidad. En esa creencia inocente se sobre enfatiza la capacidad de imitación que tenemos las personas, y se oculta la de creación y proposición, pero ¿por qué?, ¿para qué?.

¿Estamos usando estas manifestaciones como chivo expiatorio para buscar un control de lo escópico?, ¿es una manera de resaltar la necesidad de supervisión sobre lo que hacemos?, ¿buscamos acaso algo ajeno que podamos señalar y decir "eso está mal!, pero cuando yo lo hago está bien"?, ¿es un ejercicio identificatorio?, puede ser todo ésto, puede no ser ninguna o puede ser otra cosa. Causa curiosidad, animadversión y placer, y aun así no puede negarse que si prestamos atención podemos ver en esas selfies más que la acción de la vanidad, a un otro que podría ser yo: a) y que preferiría serlo, b) y que preferiría no serlo, c) pero que preferiría serlo, d) pero que preferiría no serlo... entiende la implicación que tiene ésto? estamos hablando de un nosotros, no de usted, de mí, de él, ella, ellos o los otros.

En los reflectogramas encontramos una imagen que a pesar de que se deja ver y que no opone resistencia es difícil de significar, al igual que la vida o la realidad, se ve más que un gesto técnico de la fotografía o un estilo estético de ella, un significado denso de identidad, una tentativa de construcción de la misma y de comodidad con el cómo se ve ésta a sus propios ojos, una suerte de re-presentación de lo que supuestamente ya se sabe. Lo que dicen y lo que digo sobre ello si bien tiene relación afecta de diferente manera si soy espectador o participante. Y como en el deseo, puedo obtener satisfacción desde ambas posiciones... de ahí, que las fantasías que se suscitan con la fotografía amateur o de mayor escala de elaboración sean tan polifaséticas.

En los diferentes tipos de videobloggs hay una especie de estructura de la imagen que coquetea con lo educativo, el orden del discurso y su articulación con la iconografía de la imagen sugieren una orientación instituyente. En los videos porno amateur hay un querer-me ver con otros que escapa a la pornografía y al igual que en los dos anteriores transmite una forma de ser y estar muy particular. En todos estos hay una reinterpretación, una apropiación, un regreso a la fuente, y es precisamente ésto lo que amenaza el narcisismo. Ya no se trata de que esas fotos, videos, twetts, estados, escritos son lo que yo "veo", el mensaje es suyo con o sin mí, y esto es particularmente incómodo, esos otros están mostrando algo que puede ser, independiente de mí.

Entonces, podemos decir que es una forma de amar al otro. Sí, de amarlo, el amor es un tipo de límite al narcisismo donde esa idealización con la que comienza, que deposita en el otro ese "algo" que le falta al yo, se desvanece. Como se desvanece la imagen especular de que el otro es como yo. Lo encontramos tensionante, hay tanto que se parece a nosotros, con lo que sintonizamos y nos identificamos y que al mismo tiempo nos aleja y diferencia de eso. Ahí hay algo que nos confunde, ¿cómo puede algo parecerse tanto a mí y ser tan diferente? entonces surge el amor, lo entendemos, lo reconocemos como otro, ya no soy yo entregado a mí fantasía e imagen de lo otro, ahora soy con otro, y éste supone un problema que debo resolver ¿qué es ser nosotros?.

Esto es una constante en los diferentes procesos de socialización y causa de muchos de los problemas sociales de nuestra cultura, no sabemos ni qué es ser nosotros ni cómo serlo. Apelamos entonces al referente familiar; lo que fue crecer en familia; porque consideramos que la vida en sociedad debería ser como la vida en familia cierto?... FALSO! la vida familiar no puede tomarse como modelo para interactual, amar y lidiar con otras personas. El familiarismo nos remite una y otra vez a una serie de circunstancias de frustración, de prohibiciones heredadas y de un intento fallido por limitar el narcisismo en el que nuestros padres fracasaron. Si le pregunta a un profesor o a un psicopedagogo o a un psiquiatra infantil o a un psicólogo, cuál es la razón más común por la que los niños son un problema en el colegio, sin miedo a equivocarme, puedo decirle que le diran algo cercano a: por que repiten lo que aprenden en la casa. Piense otra vez si cree realmente que la familia es un referente eficaz para responder a la pregunta de ¿qué es ser nosotros? y recuerde que no todas las familias son como la suya.

Con esto en mente, retomemos. Cuando deambulamos por la red entonces, y nos ponemos frente a cualquier tipo de contenido podemos recaer con facilidad en que dichos contenidos tienen una intensión común, son para otras personas, a las que por convención se llama audiencia. El amor funciona en gran parte así. Es para otro. Por supuesto que tiene que ver conmigo, mucho, pero es con ese otro que se encuentra un llegar a ser que organiza nuestras pulsiones, nuestra libido, nuestros deseos, nuestras representaciones y afectos. El amor es una organización particular, una orientación capaz de sostener al narcisismo y al yo del otro al mismo tiempo. Es así, un delirio compartido. De la misma forma que la internet, entre muchos otros adjetivos que se usa para describirla también es. En este delirio hay una renuncia, aquella de la hegemonía del ego, pues sin esta renuncia sería imposible acceder al otro, no habría forma de observarle, de contemplarle, de ver-nos, continuaríamos en una suerte de escena de autosatisfacción. No es que la autosatisfacción esté mal, la señalamos para acentuar que de ella (que es de donde surge todo intento de satisfacción) en el amor y en internet podemos catapultar la satisfacción hacia un otro, donde sigue siendo mía pero está ahora con ese destino organizativo al que he llegado.

La dinámica del delirio ilustra lo que ocurre en el amor y en internet. El delirio es básicamente un intento de reconstrucción del mundo exterior por la restitución de la libido a los objetos, que se privilegia en la paranoia y que se hace posible gracias a la proyección, permitiendo en esta dinámica que aquello que se ha abolido "adentro" le vuelva al sujeto desde "afuera". Es sabido que muchas personas en el amor, tienden no a amar sino a querer ser amadas y les gusta aquel-la que "llena" esa condición. Ese rasgo narcisista aparece también en internet, se evidencia en twitter, facebook, instagram, IG, snapchat entre otras donde muchos prefieren no "ver" sino ser vistos. Ahí aparece el regreso desde afuera, la posición que se busca como objeto de deseo del otro, aparecer en la mirada del otro como mencionabamos arriba. Cuando decimos que el amor es un "tipo de límite" al narcisismo, decimos que no lo elimina sino que lo sostiene y que además, integra el de un otro con el que establece un vínculo en el cual se permiten intercambiar satisfacciones, frustraciones, simetrías y asimetrías relacionales así como una exquisita co-creación de avatares pulsionales a los cuales perseguir y que hacen del amor y de internet algo tan polifacético.

Internet entonces tiene un aire de organización amoroso. Lo que esto implica no es que está lleno de corazones rosados y poesía, sino que hay un fuerte deseo del otro, y ese deseo se materializa también en la agresividad y la violencia que son parte de la tendencia del amor. Otra característica que tanto internet como el amor comparten, pues no se puede negar que la agresividad y la violencia son parte de internet, pasar un rato por alguna red social, un periódico, un blogg, una pagina porno o un canal de youtube basta para encontrar agresividad e incluso violencia. Estas creaciones del ser humano, el amor e internet, son en efecto un reflejo de su mente como decíamos antes, pero se escoge no reconocerlos como tales y en cambio sí, ubicarlos como objeto externo y ajeno a éste, de manera que pueda culparseles por las estupideces que en su nombre hacemos: como la de que el amor nos enceguece, como nos enceguece internet al manipularnos con sus contenidos; que internet nos hace idiotas tanto o más de lo que somos cuando nos enamoramos; incluso que estamos dispuestos a dejar de ser y hacer cosas que nos dan cierta satisfacción en nombre del amor e internet, como el-la novi@ que dejó algún vicio o el cibernauta que DeJhO dE EzKrIviR hAzY.

No es de extrañar que lanzar al amor y a internet lejos del sujeto y puntuarlos como ajenos es una salida a la responsabilidad subjetiva que recae sobre el sujeto y las instituciones sociales. Tampoco extraña la nostalgia que aparece al pensar lo que el mundo era antes y después de que en nuestra vida apareciera la internet y el amor. Tal vez lo que extraña son las conclusiones a las que llegamos, por ejemplo: ahora que ha terminado de leer la entrada ¿usted qué piensa?.






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