miércoles, 27 de enero de 2016

Lo que callamos los psicólogos: ¿De verdad quiere que la analice?

Hay que dejar claro que desde el primer semestre en la universidad nos enseñan que "análisis" fuera de consulta es agresión, razón por la cual generalmente los profesionales que hemos aprendido bien esto de la psicología no cedemos a la presión de la novia, la familia o los amigos cuando nos piden una "mirada psicológica" sobre lo que nos cuentan o cuando estamos en una fiesta y nos tiran esa bomba. Dicho ésto, ¿de verdad quiere que la analice?.

Tal vez lo primero que deba anotar es que la petición de análisis que solicita esta empantanada por una suposición que le hace creer inocentemente que es gratis, de manera que, si no está dispuesta a pagar, el intercambio de subjetividades en el que nos encontraremos se sostendrá en un estado pasivo-agresivo en el que sin importar lo que usted diga yo siempre voy a tener razón, siempre va a haber algo que a usted se le escapa y que yo comprendo sin esfuerzo y le va a hacer sentir algún tipo de culpa, ansiedad o angustia por cualquier cosa que yo diga. Comencé por el significante dinero y el sentido de pagar, porque éste contiene una vitalidad necesaria para el proceso, el analizado tiene que perder. Eso es lo que hace una persona en terapia, pierde. Pierde recuerdos, deseos, emociones, prejuicios y beneficios entre muchas otras cosas, la idea de perder debe establecerse desde el inicio con algo que usted valore, y en nuestra cultura el dinero es el significante más estable. Finalmente sin esta disposición a perder el "análisis" no va para ningún lado.

Ahora, una vez que entiende que tiene que perder, su solicitud de análisis tal vez se sostenga o tal vez no, tal vez ahora como no es gratis y tiene amarrada la idea de "perder" algo, ya la cosa no le parezca tan atractiva. Si todavía quiere que le analice usted debería forjar un compromiso con usted misma antes que conmigo. El compromiso es simple: usted va a hablar de "Yo" y yo voy a escuchar de "usted". Esto define mi posición en el asunto de intercambio subjetivo y su responsabilidad con la misma. Lo que quiero decir, es que ahora voy a escucharle como generalmente no se escucha a la gente, voy a dejar mi narcisismo de lado para escucharle y no para escucharme con usted, sin embargo, usted va a hacer uso de ese narcisismo para narrarse y así sentar sus alteridades, su malestar y su síntoma en frente para reconocerlos. Yo me voy a convertir en un objeto plástico sobre el que usted depositará deseos, frustraciones, prejuicios, fantasías y hacia el cual movilizará representaciones y afectos. Así nuestros intercambios no se someterán a los del otro.

Esta última parte es la que suele entenderse de manera implícita, es lo que la gente sospecha ha de pasar en consulta, pero prefieren dejarlo en la sombra, y en muchos casos hacer los de la vista gorda a esa sospecha y enmascararla con una petición de consejo y sumisión a ese supuesto "saber" del "analista"; ésta es la parte por la que cuando uno dice "de verdad quiere que la analice?" aparece un gesto que puede pasar como asombro, sorpresa, enojo, duda o expectativa y que tiene más que ver con la decepción y el rechazo que con otra cosa.

Sin el narcisismo presente se accede a otro tipo de relación vincular, una en la que la que los motores de toda relación amorosa (ausencia, falta e incertidumbre) se manifiestan de manera particular por que no hay un correlato en el otro, en cambio, lo que hay es un objeto (que todos somos de alguna manera para otras personas) pero este objeto es diferente, está para y por usted y eso es algo que no se encuentra en otra relación. Si está pensando que sus padres están para y por usted, se equivoca, el correlato de éstos motores en la dinámica padres-hijos establece una relación autosustentable (independientemente de lo buena o mala que sea la dinámica) en la que emergen los estatutos (padres e hijos) que la dotan de sentido y de una historia particular. Si está pensando en su amada pareja, se equivoca nuevamente, en una relación amorosa ninguno está para y por el otro, aunque esa sea la aspiración, no deja de ser un intento fallido, y curiosamente en ese fallo, es que el amor encuentra una amplia gama de manifestaciones que van desde lo estúpido a lo sublime y de lo cursi a lo romántico (como sea que entienda esa palabra). No hay pues otro tipo de relación como la que establece con alguien que deja de lado su narcisismo por y para usted. Donde usted es el centro del sentido, usted es la razón que lo configura, usted es el motivo de su advenimiento y devenir, donde usted es usted, no usted según lo que yo digo. Aquí podemos decir ahora que esa posición en la que se ubica el "analista" es la de un objeto de deseo muy particular, pues le permite llegar a quien le desea a sí mismo a través de ese acto "analítico". De muchas formas aunque la tendencia del ser humano sea hacia el otro, es hacia sí mismo hacia quien orienta dicha tendencia.

Como en toda relación, la amenaza al narcisismo propio que supone el otro también aparece en ésta, técnicamente se llama contratransferencia y técnicamente es el elemento más difícil de sortear en una relación tan particular como la del acto "analítico", básicamente por que los que "analizamos" somos personas: deseamos, reaccionamos, sentimos, pensamos y esperamos entre muchas otras manifestaciones de la amplia gama de los afectos humanos. No es que dejemos de ser personas en consulta o que estos afectos no aparezcan, por que aparecen y más comúnmente de lo que muchos quisieran admitir, lo que ocurre es que se aprende a manejarlos, se aprende a identificarlos para que no interfieran en el proceso, se aprende a usarlos para revisar lo que el psicoanálisis llama "el deseo del analista" y que no es un deseo cualquiera, no es un deseo hacia el paciente, es en cambio como dice Lacan "un deseo que apunta al deseo del sujeto en tanto deseo inconsciente" es entonces un deseo ético en el ejercicio del "análisis", es entonces un deseo doble (como todo deseo) el de posicionarse como objeto de deseo (cosa bastante difícil) y de ser un objeto deseante en esos términos. Aclaramos entonces así,  que en la posición en la que nos ponen cuando nos dicen "me estás analizando", "por qué no me analizas" o cualquiera de sus variables, no es cualquier tontería, es una posición que exige una considerable asignación de recursos cognitivos y afectivos que no cualquiera es capaz de desplegar, nuestros deseos como personas y como "analistas" son bajo esta claridad excesivamente diferentes, a demás, también somos personas, y si nos dan a elegir (con una persona que tiene "potencial") seguramente escogeremos ser objetos de deseo por nuestra persona y no por nuestra profesión.

Ser objeto de deseo de familia y amigos es una cosa y de hecho bastante incómoda. Pero donde de verdad nos rompe las bolas, es en ese plano morbosocioarrechoafectivo con nuestra pareja o potencial pareja o potencial polvo (obviamente también follamos), ahí muchos queremos ser objeto de deseo como persona, ahí cuando nos abofetean con esa frase "me estás analizando" o nos dicen "ay, tú que eres psicólogo porqué será que yo..." ahí es cuando nos matan todo, precisamente por que nos lanzan a ese "no escucharnos con ustedes" sino al escucharles de -objeto-, y por muy atractivo que sea (razón por la cual muchos optamos por lo clínico) uno también tiene sus deseos, pasiones y expectativas.

Podemos decir que si bien esas frases que pueden tomarse de forma polifacética como petición o seducción encierran al menos dos orientaciones y ambas implican el reconocimiento de la preponderancia hacia alguno de los componentes -morbo-socioarrecho-afectivos- por parte de quién esgrime dicha frase y razón por la cual: A) opta por enviar al generador de dicha preponderancia al lugar de escucha que restringe el narcisismo y con ello huir, tomar distancia, separar o excluir de la culminación de dicha preponderancia al susodicho, o B) como seducción en donde se busca conectar con el susodicho en un lugar que implica una conexión tan intima como la de la escucha sin narcisismo. Cómo sea, para muchos es un matapasión.

Sin mencionar claro, que nos cuesta mucho hacer la diferenciación entre ser profesional y ser persona cuando alguien a quien se le quiere desacomodar los ovarios solicita una mirada "psicológica" de cualquier cosa. En ese momento entonces, aquellos que pertenecemos a una orientación psicoanalítica, no pensamos en la metacognición del significado de la pauta de interacción intersistémica; el historial de reforzamiento negativo o positivo que la empuja a ello; la resignificación cognitiva que busca o el lugar que ocupa su precupación en la piramide de Maslow. Pensamos en cómo se conecta lo que pregunta con sus represiones, su sexo, sus deseos, sus frustraciones, su neurosis, sus fetiches o perversiones; con cómo fueron las relaciones con sus padres, con la manera en que dice su sexualidad, qué tipo de mecanismos de defensa prioriza, cómo construye sus síntomas, pensamos en esas repeticiones que le causan placer aunque diga que las detesta... conectamos con cosas con las que usted normalmente no conecta y entonces, para muchos, las ganas que teníamos de tirarla en la cama arrancarle la ropa a mordiscos atarla de manos al cabestrillo y susurrarle al oído "hoy voy a jugar contigo"... cambia, ahora pensamos en objetivos terapéuticos, en acting out, en transferencia y contratransferencia, en historicidad y refuerzo de la autonomía del yo, en las dinámicas de la regulación y el señalamiento del goce en la repetición... Pensamos en la cura y el lugar que ocupa el "analista"... que naturalmente no es el de cualquier otra y que definitivamente no es el de alguna con la que haya estado antes.

Esto es de forma muy general lo que uno se calla cuando le tiran esa papa caliente. Palabras más palabras menos esto fue lo que pasó por mi mente cuando la escuché lanzarme esa bomba. Respiré profundo y me eché a reír, cambié de tema sutilmente, le invité un cigarrillo y me enfoque en intercambiar trivialidades hasta que el momento terminó. Creí haber borrado de mi memoria ese momento hasta ahora que me siento a escribir.





Sobre el Amor e internet.

Hace varios años comencé a tomar en serio lo que otros decian en internet. No hablo de las revistas académicas indexadas o los diarios online, hablo de los bloggs, de twitter, de facebook, de tinder, de instagram, de youtube... de las formas que encontramos para acceder a los otros.

Tengo tendencia a ser una persona poco cálida a menos que lleve buen tiempo conociendo a alguien. No soy lo que llaman un tipo "cool" y a pesar de ser colombiano estoy lejos de ser ese tipo "entrador", "chicarachero", "conversador" y "bailarín", soy más como una especie de nerd abstraído y silencioso al que le cuesta balancear su introversión con el lócus de control externo de la sociedad. Así que cuando entro en contacto con otra persona generalmente presto atención a lo que dice, al cómo lo dice, y me preocupo por intentar entender lo que quiere decir. La gente siempre me ha parecido algo muy extraño, finalmente por eso opté por la psicología, más que para "ayudar a alguien" -que suele ser el lema de los que se inclinan por la profesión- por curiosidad. Lo que quiero decir es que para una persona como yo el ejercicio de intentar entender a otra persona suele llegar a ser agotador. Nuestro cerebro, nuestra mente y nuestra cultura nos equipan con muchas herramientas para mimetizar, alterar, esconder o enmascarar lo que somos, lo que hacemos y lo que decimos, y aún así cuando prestamos atención podemos podemos ver más que "a través de", hacerlo "con" todo eso.

Internet lejos de ser un lugar oscuro, complejo, ambiguo, superficial y falso, es un reflejo organizado de la mente humana y de la cultura, razón por la cual su atractivo ha hecho que se masifique a la velocidad a la que lo ha hecho. Queremos tener contacto con otros, queremos sus historias, sus sentidos, queremos percibirlos... queremos al otro; independiente de si miente o dice la verdad, de si es quién dice ser o usa algún tipo de disfraz, de si su historia es o no convincente, de si su pensamiento es amable o antipático.

Pero ésta no es una relación en una sola dirección, también queremos ser parte de ese otro, buscamos incansablemente hacer parte de la mirada del otro, razón por la cual, fenomenos como las selfies, reflectogramas o el porno casero se han tomado internet. Claro que queremos al otro!, le tenemos afecto. Lo digital es una forma de darnos cuenta cuanto: lo que percibimos con la web, la tele, la radio o el celular nos afecta, de otra manera cuando pasamos por las secciones de comentarios de los periódicos, de los canales de youtube, de algunos bloggs, de los post de facebook, de twitter, de instagram, de tumblr, no nos encontraríamos con esos afectos.

La idea barroca de que internet está volviendo estúpida a la gente es una manera de lidiar con la amenaza al narcisismo de percibir lo que queremos percibir, y no lo que el otro expone. Las selfies, los videos porno amateur, los reflectogramas y los videoblogg son una muestra de eso. Muchas personas creen inocentemente que estas manifestaciones son un intento de "parecerse" a lo que ven, de imitar la "moda" o de "exponer" su intimidad. En esa creencia inocente se sobre enfatiza la capacidad de imitación que tenemos las personas, y se oculta la de creación y proposición, pero ¿por qué?, ¿para qué?.

¿Estamos usando estas manifestaciones como chivo expiatorio para buscar un control de lo escópico?, ¿es una manera de resaltar la necesidad de supervisión sobre lo que hacemos?, ¿buscamos acaso algo ajeno que podamos señalar y decir "eso está mal!, pero cuando yo lo hago está bien"?, ¿es un ejercicio identificatorio?, puede ser todo ésto, puede no ser ninguna o puede ser otra cosa. Causa curiosidad, animadversión y placer, y aun así no puede negarse que si prestamos atención podemos ver en esas selfies más que la acción de la vanidad, a un otro que podría ser yo: a) y que preferiría serlo, b) y que preferiría no serlo, c) pero que preferiría serlo, d) pero que preferiría no serlo... entiende la implicación que tiene ésto? estamos hablando de un nosotros, no de usted, de mí, de él, ella, ellos o los otros.

En los reflectogramas encontramos una imagen que a pesar de que se deja ver y que no opone resistencia es difícil de significar, al igual que la vida o la realidad, se ve más que un gesto técnico de la fotografía o un estilo estético de ella, un significado denso de identidad, una tentativa de construcción de la misma y de comodidad con el cómo se ve ésta a sus propios ojos, una suerte de re-presentación de lo que supuestamente ya se sabe. Lo que dicen y lo que digo sobre ello si bien tiene relación afecta de diferente manera si soy espectador o participante. Y como en el deseo, puedo obtener satisfacción desde ambas posiciones... de ahí, que las fantasías que se suscitan con la fotografía amateur o de mayor escala de elaboración sean tan polifaséticas.

En los diferentes tipos de videobloggs hay una especie de estructura de la imagen que coquetea con lo educativo, el orden del discurso y su articulación con la iconografía de la imagen sugieren una orientación instituyente. En los videos porno amateur hay un querer-me ver con otros que escapa a la pornografía y al igual que en los dos anteriores transmite una forma de ser y estar muy particular. En todos estos hay una reinterpretación, una apropiación, un regreso a la fuente, y es precisamente ésto lo que amenaza el narcisismo. Ya no se trata de que esas fotos, videos, twetts, estados, escritos son lo que yo "veo", el mensaje es suyo con o sin mí, y esto es particularmente incómodo, esos otros están mostrando algo que puede ser, independiente de mí.

Entonces, podemos decir que es una forma de amar al otro. Sí, de amarlo, el amor es un tipo de límite al narcisismo donde esa idealización con la que comienza, que deposita en el otro ese "algo" que le falta al yo, se desvanece. Como se desvanece la imagen especular de que el otro es como yo. Lo encontramos tensionante, hay tanto que se parece a nosotros, con lo que sintonizamos y nos identificamos y que al mismo tiempo nos aleja y diferencia de eso. Ahí hay algo que nos confunde, ¿cómo puede algo parecerse tanto a mí y ser tan diferente? entonces surge el amor, lo entendemos, lo reconocemos como otro, ya no soy yo entregado a mí fantasía e imagen de lo otro, ahora soy con otro, y éste supone un problema que debo resolver ¿qué es ser nosotros?.

Esto es una constante en los diferentes procesos de socialización y causa de muchos de los problemas sociales de nuestra cultura, no sabemos ni qué es ser nosotros ni cómo serlo. Apelamos entonces al referente familiar; lo que fue crecer en familia; porque consideramos que la vida en sociedad debería ser como la vida en familia cierto?... FALSO! la vida familiar no puede tomarse como modelo para interactual, amar y lidiar con otras personas. El familiarismo nos remite una y otra vez a una serie de circunstancias de frustración, de prohibiciones heredadas y de un intento fallido por limitar el narcisismo en el que nuestros padres fracasaron. Si le pregunta a un profesor o a un psicopedagogo o a un psiquiatra infantil o a un psicólogo, cuál es la razón más común por la que los niños son un problema en el colegio, sin miedo a equivocarme, puedo decirle que le diran algo cercano a: por que repiten lo que aprenden en la casa. Piense otra vez si cree realmente que la familia es un referente eficaz para responder a la pregunta de ¿qué es ser nosotros? y recuerde que no todas las familias son como la suya.

Con esto en mente, retomemos. Cuando deambulamos por la red entonces, y nos ponemos frente a cualquier tipo de contenido podemos recaer con facilidad en que dichos contenidos tienen una intensión común, son para otras personas, a las que por convención se llama audiencia. El amor funciona en gran parte así. Es para otro. Por supuesto que tiene que ver conmigo, mucho, pero es con ese otro que se encuentra un llegar a ser que organiza nuestras pulsiones, nuestra libido, nuestros deseos, nuestras representaciones y afectos. El amor es una organización particular, una orientación capaz de sostener al narcisismo y al yo del otro al mismo tiempo. Es así, un delirio compartido. De la misma forma que la internet, entre muchos otros adjetivos que se usa para describirla también es. En este delirio hay una renuncia, aquella de la hegemonía del ego, pues sin esta renuncia sería imposible acceder al otro, no habría forma de observarle, de contemplarle, de ver-nos, continuaríamos en una suerte de escena de autosatisfacción. No es que la autosatisfacción esté mal, la señalamos para acentuar que de ella (que es de donde surge todo intento de satisfacción) en el amor y en internet podemos catapultar la satisfacción hacia un otro, donde sigue siendo mía pero está ahora con ese destino organizativo al que he llegado.

La dinámica del delirio ilustra lo que ocurre en el amor y en internet. El delirio es básicamente un intento de reconstrucción del mundo exterior por la restitución de la libido a los objetos, que se privilegia en la paranoia y que se hace posible gracias a la proyección, permitiendo en esta dinámica que aquello que se ha abolido "adentro" le vuelva al sujeto desde "afuera". Es sabido que muchas personas en el amor, tienden no a amar sino a querer ser amadas y les gusta aquel-la que "llena" esa condición. Ese rasgo narcisista aparece también en internet, se evidencia en twitter, facebook, instagram, IG, snapchat entre otras donde muchos prefieren no "ver" sino ser vistos. Ahí aparece el regreso desde afuera, la posición que se busca como objeto de deseo del otro, aparecer en la mirada del otro como mencionabamos arriba. Cuando decimos que el amor es un "tipo de límite" al narcisismo, decimos que no lo elimina sino que lo sostiene y que además, integra el de un otro con el que establece un vínculo en el cual se permiten intercambiar satisfacciones, frustraciones, simetrías y asimetrías relacionales así como una exquisita co-creación de avatares pulsionales a los cuales perseguir y que hacen del amor y de internet algo tan polifacético.

Internet entonces tiene un aire de organización amoroso. Lo que esto implica no es que está lleno de corazones rosados y poesía, sino que hay un fuerte deseo del otro, y ese deseo se materializa también en la agresividad y la violencia que son parte de la tendencia del amor. Otra característica que tanto internet como el amor comparten, pues no se puede negar que la agresividad y la violencia son parte de internet, pasar un rato por alguna red social, un periódico, un blogg, una pagina porno o un canal de youtube basta para encontrar agresividad e incluso violencia. Estas creaciones del ser humano, el amor e internet, son en efecto un reflejo de su mente como decíamos antes, pero se escoge no reconocerlos como tales y en cambio sí, ubicarlos como objeto externo y ajeno a éste, de manera que pueda culparseles por las estupideces que en su nombre hacemos: como la de que el amor nos enceguece, como nos enceguece internet al manipularnos con sus contenidos; que internet nos hace idiotas tanto o más de lo que somos cuando nos enamoramos; incluso que estamos dispuestos a dejar de ser y hacer cosas que nos dan cierta satisfacción en nombre del amor e internet, como el-la novi@ que dejó algún vicio o el cibernauta que DeJhO dE EzKrIviR hAzY.

No es de extrañar que lanzar al amor y a internet lejos del sujeto y puntuarlos como ajenos es una salida a la responsabilidad subjetiva que recae sobre el sujeto y las instituciones sociales. Tampoco extraña la nostalgia que aparece al pensar lo que el mundo era antes y después de que en nuestra vida apareciera la internet y el amor. Tal vez lo que extraña son las conclusiones a las que llegamos, por ejemplo: ahora que ha terminado de leer la entrada ¿usted qué piensa?.