viernes, 1 de noviembre de 2013

Depresión post-party. Hallowen.

Ayer me sentí un poco extraño caminando entre tanto zombi, zorra, princesa, princeso, héroe y animal mitológico que cubrió la ciudad en un particular desfile simbólico de dulces amenazas. Si bien no acostumbro celebrar el hallowen no por mamertada sino por que me trae muy malos recuerdos, ayer me dio por salir a "caminar" -más a cojear que a caminar, pero bueno- salí, agarre el bastón, me puse la chaqueta, audífonos en mano y cigarrillos en el bolsillo, quería ver el hallowen.

Aquí en el barrio fue muy bonito, los papás llevando a los niños a pedir dulces, el grupo de amigos riendo y jugando con sus disfraces, darme cuenta cuanto han cambiado los discursos infantiles -en mi época amenazábamos con malformaciones faciales y daño a la propiedad privada para que nos dieran confites- por favor! ¿cómo pueden pedirle a Fredy Cruger que entone algo como "quiero paz quiero amor dame dulces por favor"?, no, no, no hay coherencia, feo, no me gusto ver a los villanos que considero personalmente los mejores disfraces arrodillarse de esa manera, en fin, un ambiente bastante infantil -me aburrí y decidí irme para otro lado-.

En el bus me toco sentarme al lado de una "vampiresa", me fui todo el camino reventado de la risa con pensamientos del tipo -¿será que solo chupa sangre?; con la tarjeta de crédito del marido seguro no necesita morderlo para desangrarlo...- regularmente me río solo, y siempre voy pensando en algo, cada veza que miraba hacia la ventana me detenía en algún aspecto de su disfraz, el cabello negro super lizo y con extensiones -tipo Lili monster- maquillaje pálido, ojeras marcadas, dientes postizos, uñas larguísimas, vestido -bastante apretado en algunas partes al punto que exacerbaba un cuerpo de por si bonito-, y el único accesorio que desentonaba con su disfraz era una cartera donde seguro llevaba las cosas que ninguna mujer deja nunca: polvos, espejo, pintalabios, lápiz de ojos, aguja, hijo, superbonder, etc etc y en un bolsillito pequeño -el que siempre les roban- las llaves, la cédula y la plata. Me di cuenta entonces que no estaba prestando atención, estaba viendo el disfraz, no estaba viendo a quien lo llevaba, o bueno sí, pero no de la manera que quería ver, la intención no era salir a ver disfraces sino a gente disfrazada.

Llegué al centro comercial, lugar que consideré era el más indicado para mi objetivo teniendo en cuenta la tradición capitalina de congregarse en estos lugares. Efectivamente no me equivoque, estaba a reventar, parecía sábado. Padres y niños en un solo río de gente entrando a las tiendas a pedir dulces. Me senté donde pude a descansar un rato y al ver a la gente pasar comencé a ver a la gente disfrazada. Los niños de casi todas las edades iban desfilando escoltados por algún adulto responsable, fue interesante percibir que algunos niños no estaban disfrazados, estaban personificando aquello que vestían; superhéroes, villanos y personajes de diferentes fantasías, no iban disfrazados eran: superman, batman, la princesa, el ninja, el león... pero otros no, otros niños si estaban disfrazados, de alguna forma se les veía diferentes, disfrazados, con un atuendo superpuesto, bastante curioso que la mayoría de estos niños estaban acompañados de un adulto sin disfrazarse, a diferencia de los niños que personificaban su atuendo a quienes el adulto en cuestión iba disfrazado en su mayoría. No tengo muy clara la relación ahora que escribo pero allí sentía que los niños que reflejaban esa superposición del atuendo eran más un objeto de proyección de sus padres que una muestra simbólica de un otro yo que quisieran ser.

Los adultos por su parte mostraban otra historia, la claridad de lo que se habían disfrazado era notable, la seguridad de su atuendo e incluso detalles interesantes en quienes no estaban disfrazados. Algunos iban perfectamente vestidos para hacer alusión al representante de su disfraz, si hay que ponerse hombreras y peto de espuma con los abdominales marcados para parecerse a batman o a superman pues se las ponían, si hay que tinturarse el cabello de blanco para parecer un hada pues se lo tinturan, si hay que cortarse la circulación con un enterizo de latex para parecerse a gatubela pues se le hace... muy pocos niños mostraban algo así. De lado de los que no iban disfrazados aparecieron algunos detalles interesantes, hombres con las uñas pintadas, mujeres muy bien vestidas en chancletas o tenis, caras de terror al ver adultos disfrazados, y
muchos padres ejecutando su labor de supervisión a distancia invirtiendo dinero en el disfraz del niño pero sin involucrarse en su juego. Padres, si van a disfrazar a la peladita de princesa disfracese usted de carroza, o de rey, si van a disfrazar al muchachito de superhéroe disfracese usted de su compañero o de su archienemigo, fue muy triste ver tanto niño con ganas de fantasear y los padres tomando distancia, este tipo de eventos culturales sirven mucho para ver los tipos de relaciones que tejen los padres con los hijos eso me quedo claro.

Salí del centro comercial y me dio por pasearme por los alrededores -en la medida que me fue posible claro- aparecieron entonces en escena los "adultos" jóvenes, de entre 20 y 35 años más o menos y con ganas de farra de hallowen. Bastante interesante esta manada en lo que a los disfraces refiere, muy chévere ver a los novios disfrazados: él de elfo ella de elfa, ella de zombi él de zombi, él de lobo ella de caperucita roja; parecía que estuviesen contando el cuento o recreando la fabula de la que sacaron la idea del disfraz, había una sincronía. Por otra parte estaban también los novios que en uso de sus facultades para expresar su libertad independencia y autonomía optaban por disfraces diferentes, muy chévere ver a Darth Vader acompañando a la mujer maravilla, a Legolas de la mano de Minnie Mouse o a un orco besuqueándose a Lara Croft por mencionar algunas de las parejas que vi. En este grupo metí a l@s que se disfrazaban para impresionar y bueno bien sabemos que no hace falta una armadura de verdad de Iron man para ser iron man en hallowen, así como no hace falta haber pasado por la facultad de enfermería para verse como una enfermera de película -porno-, los que se disfrazaban para impresionar mostraron características interesantes, mientras que los hombres apelaban a una simbología a una iconografía, las mujeres apelaban al resalte y/o suplantación de características femeninas.

En general para no extenderme más vi esa faceta del yo tan deliciosa del transformar para revelar, la del cubrir para mostrar, la del tomar las referencias del otro para mostrarme. Esto en el hallowen dejaba un aire a mi parecer bastante sincero de las personas disfrazadas, la expresión de los rostros detrás del maquillaje y las mascaras me parecía más honesta, lamentablemente ahora que regreso de la calle eso se desvaneció.

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