sábado, 25 de junio de 2011

Viernes cultural. Las competencia sociales enescena.

Oh viernes! Amoroso fin de semana. Por fin dejamos lo que sea que hagamos, hoy termina. Se cambia la perspectiva mental de ver lo que vemos todos los días.

De repente montarse al bus o transmilenio no es tan alienante, de pronto se percibe como hoy -a diferencia del resto de la semana- la gente que se sube al bus ahora te miran como una persona y no como aquel infeliz que se ha subido antes que ellas a quitarles el puesto, el infeliz que no deja entrar por estar parado en la puerta o todo ese tipo de cosas... Hoy es viernes, es el día en que te ofreces a llevar bolsos y maletas no solo por educación y evitar un ojo morado o una mandíbula fracturada por el golpe de alguno de éstos cuando frena el bus. Este ofrecimiento implica un cambio mental, una iniciativa por un contacto social diferente, un querer desconectarse de lo que nos toca todos los días.

Es viernes, buscas en el celular los números que por causa de la tecnología no consigues memorizar aunque sean de una persona importante. Marcas queriendo una respuesta afirmativa a la cotizada pregunta "qué vamos a hacer hoy? o qué hay para hacer? o por qué no, vamos a salir?". Este viernes cultural quieres hacerte el estúpido con los problemas por un momento, aunque entiendes que no se irán y que mañana con la resaca volverán. Pero volverán en un tiempo y espacio en el que estarás dispuesto a ponerle la cara, pero hoy no, no el viernes, no en la noche, y no con aquellos con quienes conocidos o no, te entregaras a la risa, al comentario, al chascarrillo, al entretenimiento en sus diversificadas modalidades culturales.

Y es que desde la mañana la actitud es diferente. Te tomas el desayuno sabiendo que es la comida mas importante del día por que es la que te permitirá iniciar con fuerzas ese día. Almorzarás sabiendo que esa energía necesitas mantenerla para terminar la semana. Tomaras merienda para que lo que sea que te tomes en la noche no te surta efecto tan rápido. Y para que cuando finalizado el día de trabajo o durante el mismo, al tomar el teléfono para concretar la salida sociopedagógica, sentir que estás en completas facultades para encarar lo que sea que salga. El plan o la improvisación, muchas cosas pueden pasar.

Por ejemplo puedes pasar de estar en casa comiéndote una sabrosa torta con leche, a montarte en un bus, en medio de un trancón espeluznante sintiendo que nunca llegaras al lugar en el que has quedado con tu amig@; ves por la ventana la forma inclemente en que la lluvia azota y poco deja ver, recuerdas que no cargas sombrilla, y aunque normalmente eso sería suficiente para disuadirte de salir a hacer algo, hoy no, hoy es viernes. Te bajas del bus, corres a la acera intentando no mojarte y cuando paras en la acera finalmente pasa un carro, pisa un charco y lo que no hizo la lluvia lo hizo aquel hijo de puta; pero no es motivo de molestia, hoy no, hoy es algo que contar y de lo cual reírte con quien has de pasar la noche. Recuerdas entonces que no recuerdas exactamente el lugar en el que se tomaron la cerveza la última vez y es necesario llamarle para que te oriente... por ejemplo...

Una vez estas con el/ella, el saludo de cortesía. Las preguntas de actualización. Y se retoma el qué vamos a hacer?. Se acuerda una cerveza "para el frió". El primer lugar bastante acogedor, una charla amena para calentar las áreas cerebrales del lenguaje y que la cerveza no estropee tu discurso chicharachero. Salta entonces la propuesta de ver un partido de fútbol. Sí! un partido de fútbol el viernes en la noche y lloviendo. Ahh pero no es por televisión, es en directo!, pero no en un estadio. En la cancha de microfútbol, a ver jugar a los de la empresa de quien te acompaña. No importa que no gustes del fútbol, hoy no se dice que no, tus competencias sociales, la lectura contextual te dicen que el no, no es una opción. Y entonces dices que sí. Y vas, y te ríes viendo jugar en la lluvia y recuerdas cuando jugabas tú. Y preguntas "a quien hay que hacerle barra?", vayan ganando o no. Y entonces ese viernes cultural con tus competencias sociales en escena, disfrutas de ese cotidiano momento. Pues aunque es definitivamente algo atípico, es tu cotidianidad momentánea, tu segundo de vida y el tiempo de la significancia explicita.

Termina el partido, y se cambia el escenario. Un nuevo lugar, para la segunda cerveza. Un nuevo ambiente y por lo tanto una nueva lectura contextual. Pero como decíamos antes, hay cosas que no puedes controlar. Y en este segundo lugar aunque el ambiente da para otras cosas, comienza a tejerse una conversación significativa, un tanto profunda para la salsa de fondo, el baile de los asistentes en el cual no participas, y el volumen de la música que te fuerza a hablar durísimo sacandote gallos de vez en cuando al intentar entonar tus palabras. Las competencias sociales entonces te dirigen hacia la concentración necesaria para aislar acústicamente los sonidos, visualmente los bailes distractores, y a mantener caliente las áreas comprometidas en la comunicación para no ser el pelmazo que cambia el tema de la conversación por que se ha perdido.

Pasan entonces las cervezas una tras otra, las respectivas idas al baño a darle descanso al cuerpo y alivio a la mente que se sobrecarga por mantener la vejiga controlada al mismo tiempo que piensa. Y la charla se hace amena, encuentras en ese contacto con la persona-s que departe-n contigo un canal catártico y excitante. Los procesos reflexivos y analíticos se integran a la conversación, las emociones estancadas hasta el jueves encuentran su punto de escape, y te vuelves competente comunicativamente ese viernes cultural.

Pero el cuerpo siempre pide más. Y en ese momento el olor del pollo a la broaster y el antojo de empanada, sumado al hambre que da la cerveza. Te sacan del segundo lugar y te mandan a un nuevo terreno. Al de las comidas típicas. Y que puede haber mas típico que comer pollo a las 10 de la noche, en una pollería (no peruana) donde te dicen que solo tienen pollo para llevar por que ya van a cerrar!? pues más típico es irte a comer el pollo que has comprado por el antojo, al local donde venden las empanadas!. Y naturalmente comprarte las empanadas con gaseosa para justificar la silla en la que degustarás el pollito. Si eso no es ser cotidiano y significativo en esta bella patria colombiana, no se que lo sea.

Las competencias sociales son entonces aquellas habilidades sociocognitivas que te permiten encarar con eficacia, efectividad y una jodida autenticidad las diferentes vicisitudes en las que puedas encontrarte cuando tienes ganas de salir un viernes. Estas competencias sociales son un requisito de los procesos de enculturación, pues son su génesis. Son la cultura misma a la que pertenecemos.

Pero no es viernes todos los días,

A Mireya y Marcela.

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