jueves, 3 de diciembre de 2015

Usted y yo no nos llevamos bien.

Su relación conmigo está basada en mí estado de ánimo, el utilitarismo que puedo desplegar hacia sus cualidades y la tensión somática que usted me produce.

No acostumbro a tomar café, aunque en mi país eso es visto como algo poco común. Colombia produce uno de los mejores cafes del mundo según se dice y aún así ahora no soy capaz de tomarme las entre 2 y 6 tazas que en promedio se toman aquí, aunque no siempre fue así.

Lo mío con el café es complicado, trabajé con la rama judicial 7 años y en ese medio el café es tan necesario como respirar. Aprendí a tomarlo, entre 4 y 7 tintos diarios. Un café de greca, amargo, con mucho sedimento, fuerte y atocigante, como el ambiente de ese lugar de trabajo. Para esa época estudiaba, en la noche, de modo que la ingesta prolongada y seguida del café me mantenía en línea; despierto y ansioso para las clases en la noche. Sin embargo me daba cuenta que fuera de ese ambiente laboral y educativo, la ansiedad y la manía que me producía el café no solo no eran utiles sino que eran una carga.

Para mí la cosa es también muy corporal: una taza de café es suficiente para que tarde mucho más de lo que normalmente tardo en dormir; la sensación de ansiedad generalizada que nos obliga a hacer cosas, cualquier cosa, es muy molesta cuando tienes tendencia a tomarte tu tiempo para hacer lo que sea que quieras hacer y no solo hacerlo por hacerlo; está también que generalmente el café no se toma solo y yo -que no tengo ese chip de la charla amena y chicharachera-, producto de la ansiedad comienzo a hablar babosadas, tonterías, lo que sea... me siento forzado. No es agradable que una persona como yo que suele tener un umbral de estimulación muy bajo (es decir, que cualquier cosa me estimula, física o mentalmente) tenga esa carga extra (de auto-estimulación) que produce la cafeína.

Ahora, no todos tenemos la tendencia al acto instantaneo o la satisfación inmediata, a algunos nos gusta tomarnos el tiempo de disfrutar las cosas al hacerlas, no somos perezosos y no somos lentos, somos pacientes. Esa cultura de lo precoz llega a ser molesta y esto tiene todo que ver con el café, es una bebida que representa esa cultura de la inmediatez y el acelere, aunque no está sola, esas bebidas energizantes y todas las pastillas para "activar" son eso, parte de esa cultura tan común hoy en día.

Y bueno, pues eso, ahora imagínese que a una persona como yo la invitan a tomar café...