domingo, 30 de octubre de 2011

De la menor importancia.

Nuevamente frente a la hoja electrónica en blanco, me dispongo a dejarme llevar por las letras a las que no les hallo en ocasiones el sentido que pretenden, pero tampoco, el que quiero darles.

Dejo que los dedos se deslicen sutilmente por entre las ruidosas teclas que a ésta hora no hacen más que retumbar en el silencio que atrapa mi cuarto, dejando que el espacio se llene con algo más que el humo de mi cigarrillo. Da vueltas en mi cabeza un aroma a oleo fresco y aguarrás, a mi izquierda un intento por desarmar las resistencias de mi intelecto y frente a mí la luz que se oscurece ante la emergencia de pensamientos que aun sin ser claros divagan en un espacio que me da la oportunidad de equivocarme cuantas veces quiera.

Hay tantos objetos circundándome que me horroriza el hecho de saber que todos están en el lugar que yo quiero. Ninguno con la voluntad de esconderse de mi. Todos están inmóviles a menos que yo quiera otra cosa, serviciales y prestos a cumplir su función, todos necesitan solo una cosa, mi voluntad. Se me ocurre entonces que todo funciona así; bajo las leyes de la voluntad, de alguien, no yo o usted, o puede que si. Como voluntades en dialogo las cosas funcionan y por cosas también me refiero a usted o a mí, que sin verlo muchas veces no somos más que un objeto en el sentido más material que existe, pero gracias a la alucinación de lo social muchas veces acobijamos la idea de que no necesitamos otra voluntad para funcionar.

Paso entonces a sentirme un objeto de su voluntad, sí, de la suya, de usted que me lee por la razón que sea. Su voluntad me tiene aquí sentado como un imbécil fumando, succionándome algunas palabras, rascándome los ojos del cansancio y con unas ganas enormes de tomarme un vaso de leche. Seguramente usted no se siente culpable porque yo esté en estas, pero debería, mucha gente se hace la estúpida jurando que es enteramente autónoma y libre, sin entender que todo aquello que hacemos tiene una función para otros, sea o no el sentido de dicho acto el fin por el cual fue ejecutado, si me entiende verdad?.

Pues bien, dicho esto, hago una pausa apago mi cigarrillo y voy por mi vaso de leche, me gustaría encontrar algo para acompañarlo pero como imaginan ya les contaré si lo he encontrado. Ya regreso. Pues bien, no solo estoy tomando leche sino que le he puesto Milo, encontré un chesscake de limón y un trozo de mantecada, ya me los comí y me siento satisfecho. Así que para terminar la entrada, digamos que sencillamente ambos nos hemos beneficiado de la funcionalidad de la cosa, usted, yo, el internet e incluso el tiempo que se ha invertido por todas las partes que han hecho esto posible. No lo olvide.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Sin concentración.

Está es la cuarta entrada que inicio desde la ultima publicación, no he terminado ninguna otra por alguna razón. Me siento distraído, no puedo enfocarme, hay algo que me está molestando y no sé que es. De modo que me siento aquí frente a esta estúpida maquina jurando que tal vez pueda ver en este proceso catártico algo que me de pistas sobre que es lo que está haciendo interferencia.

Normalmente soy una persona distraída, siempre me dicen que ando en las nubes, o que vivo encerrado en mi mundo pensando maricadas. Seguramente es cierto, ya que si revisamos los hechos, suelo perderme con facilidad en la ciudad, siempre ando enchufado a la radio o a mi música, cuando no lo estoy es por que ando leyendo, y cuando no lo hago simplemente estoy pensando en algo, o mejor aun no pienso en nada. Súmele a esto que tampoco tengo buena memoria, para muchas cosas, en especial lo que respecta a las fechas especiales para el resto del mundo, no sé cuando es el día de la madre, no se cuando es el día del amor y la amistad, no sé cuando es el día del psicólogo, y no sé cuantas otras fechas me estoy saltando, pero en especial estas son las que mas problemas me traen, ah claro, eso y olvidar el día exacto en que conocí a alguien, un aniversario, y esas vainas. También están los olvidos del tipo, dónde putas deje las llaves, quien me cogió los cigarrillos, yo pensé que había lavado la ropa, quien me movió los libros y ese tipo de cosas. Esto ultimo es la razón por la que odio que me organicen las cosas, la razón por la que cada vez que alguien toca algo mio lo noto, mi hermosa madre era cinturón negro tercer dan en provocarme migrañas por mover mis cosas y no recordar lo que hizo con ellas. Estos hechos dictan que mi distracción es globalizada, no olvido las cosas por un motivo especifico, ni tengo intención de no recordar algo por joder a alguien ni nada, simplemente no las recuerdo. Puedo tener algún daño en los centros de memoria o puedo no prestar suficiente atención a ciertos detalles por lo cual no recuerdo todo lo que no recuerdo.

Sin embargo, cuando me propongo enfocarme lo consigo, los detalles y las características de la cosa o situación a recordar no se me esconden o ensombrecen por más distraído que esté. No necesito repetirme una y otra vez lo que quiero recordar o sobre lo que quiero enfocarme, sencillamente lo conecto con la sensación de curiosidad y ya está los recuerdos no se van. Academicamente esto ha sido muy provechoso, pero ahora que lo necesito no puedo hacerlo, la curiosidad no es suficiente, algo me está estorbando, pero me esquiva cuando trato de localizarlo. Ahora que estoy enfocado me tardo más en escribir, no me es claro lo que estoy diciendo y borro y re-escribo varias veces. Pongo música para no forzarme, pero no sirve, estoy en las dos cosas, escribiendo y escuchando la música, siguiendo el ritmo y dándole a los dedos ritmos para que la cosa no sea tan arítmica.

Muchas gracias, ya entendí que era lo que me estaba fastidiando. Fin de la entrada.